19 octubre 2006

En quirófano

Ayer por la noche di la que será, durante bastante tiempo, la última vuelta en la vieja Vespa. Porque, efectivamente, hoy me la llevé a su cita con la chapa y la pintura, un lugar de donde volverá, pero en un plazo de tiempo incierto. El chapista bromeaba con el próximo verano, aunque después algo dijo del turrón; no sé, prefiero quitarme el asunto de la cabeza y esperar a que me llame para decirme que la cirugía plástica y reparadora está hecha. La moto viajó más de cien kilómetros y llegó a superar en el trayecto los 130 kilómetros por hora. ¿Qué cómo es posible? Muy fácil, porque iba metida dentro de mi Picasso, tal como se puede ver en la foto adjunta. Parece que estuvieran hechos el uno para el otro, cabe a la perfección y viajó sin mayores problemas. No deja de tener su coña ver por el retrovisor que te sigue una Vespa con la luz apagada... Después, ya en casa, me tocó eliminar lastre pare dejarla en el chapista completamente desnuda: el foco delantero, el trasero, el bordón, los logos, las tiras del suelo, las gomas... en fin, se quedó pelada, sin matrícula ni nada, completamente en bolas. Luego la monté por última vez en este último tramo de su vieja vida y la llevé al taller, donde quedó convenientemente aparcada al lado de un Seiscientos que también se encuentra en trámite de reconstrucción.

He comprado en Scooter Clásico algún repuesto, como la goma del faro de atrás, un nuevo bordón del escudo, la goma del cofre y alguna parida más. También me pillé el guardabarros delantero, porque me pareció que el original estaba un poco machacado. Sin embargo, el chapista me insistió en que tiene arreglo perfecto, así que me lo quedo por si un día hace falta cambiarlo. Mi padre quedó encargado de llevar a reparar la rueda de repuesto. Ah, ¿el color? Pues me he dejado vencer por el mecánico que me dijo que este modelo de Sprint sólo se fabricó en azul eléctrico. Así que renacerá de sus cenizas... en azul eléctrico. De momento, este blog se quedará muchos días en este punto, a la espera de que haya novedades desde el chapista. Luego habrá que volver a montar todo lo desmontado y ya, por, fin, el ave Fénix Sprint 150 de 1966 renacerá de sus cenizas. Se me hará largo.
PD: la tabla que se ve al lado de la moto, dentro del coche, es una pasarela que me curré para subirla, hecha con un tablón de pino flanqueado por una U metálica, para darle consistencia. La probé saltando varias veces encima y oye, una maravilla, obra maestra. Ahora me voy a currar un banco elevador, para que el día del montaje sea todo mucho más fácil. Ya lo tengo diseñado en la cabeza. Saludos, V. no me olvido de la copia de tu contrato, tranquilo. En la espera, podéis entreteneros visitando www.rabudo.com.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Acabo de descubrir la Operacíón Salmorejo... suculento apunte cordobés...y me dejas ojoplática con tremendo derroche de energía. Eres un sol.

9:11 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola!! parece que te estás dando mucha prisa, estaré atento.

Yo impalero (montesa impala) me lo estoy tomando con mucha más calma...
Cuando tenga más tiempo lo leo entero... suerte!!

4:25 p. m.  

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